«La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual». Miguel de Unamuno.

Efectivamente, la envidia es una emoción que puede ocasionar mucho daño a la persona que la vive y a los que son envidiados, y se refiere a una condición interna de carencia. No obstante, considero que puede ser bien manejada y que sí puede existir una «envidia sana», si lo conseguimos, en realidad no hablaríamos de envidia.

 

Definición de Envidia

La envidia es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas. El otro puede estar presente en la realidad o puede ser una presencia virtual (una clase social, un famoso, etc.).

Los griegos la llamaban «mal ojo», porque implica un tipo de mirada, este es el origen de todo el desarrollo posterior de sanaciones del mal de ojo, y de brujería para provocarlo. Constituye uno de los pecados capitales según el cristianismo, y entre otras cosas, esto condiciona que sea una emoción muy negada, reprimida y difícilmente reconocida.

Características

Parte de una situación de asimetría donde la inferioridad la vive el envidioso, pero será negada, y se rechazará con diversas argucias. Véase: críticas, descalificación, agresiones, manipulaciones, generar rumores, difamaciones, rechazo, indiferencia, ironía, humor negro, injurias, desdén, rivalidad, etc. La envidia también puede verse calmada despojando a los demás de este bien del que carecen, o, repartiendo el mal que ellos sufren, por ejemplo, el envidioso que tiene una enfermedad y envidia a los que están sanos, puede fantasear con que enfermen los demás.

El envidioso carga una insatisfacción que en la mayor parte de las ocasiones es inconsciente, y es infinita. Proviene de su interior, por lo que nunca podrá sanarse desde el exterior, con el otro o con objetos. Un mal uso de la envidia puede ser absolutamente destructivo del envidiado, y también del propio envidioso que desea lo que el otro ostenta, pero no puede o no quiere desarrollarlo.  

El envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le pone de frente lo que le falta removiendo su herida narcisista. El envidioso presenta estructuras y dinámicas muy infantiles. Son personas que ante la felicidad o éxito de los otros, se sienten íntimamente amenazados, y pueden desear, en el peor de los casos, desgracias ajenas para mitigar su sufrimiento.

Una recomendación

Recomiendo la película «Mientras duermes» de Jaume Balagueró, impactante testimonio de lo miserable que puede llegar a ser el ser humano, y donde la envidia juega un elemento clave.

Envidia

Ahora bien, ¿y si la utilizamos como herramienta para el desarrollo?. Todos hemos contemplado alguna vez algo que hemos deseado para nosotros mismos, pues todos albergamos carencias. El primer paso sería aceptar que nos toca en algo muy íntimo que no tenemos, y, que deseamos tener. Podemos observar y aprender de esa persona y revertirlo en luchar por nuestros anhelos, en lugar de eliminar lo que nos recuerda la privación. Quizá esta es la «envidia sana» a la que me refería, que ya no es envidia, podría llamarse admiración y motor para el cambio.

Mi forma de entender la psicología

Estas categorías para organizar la información son de carácter meramente descriptivo y ayudan a la comunicación, pero pueden actuar como etiquetas. No tengo ninguna duda respecto a que las personas actuamos y desarrollamos sintomatología porque tenemos una razón para ello, por lo tanto, mi forma de trabajo considerará siempre las particularidades de la historia de vida de cada individuo, familia o pareja, con el objetivo de comprender qué sentido tienen, y sólo desde ahí poder resolver.

Psicólogo Collado Villalba – Psicólogo Madrid Avenida de América

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