Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son cuadros multifactoriales, con muchas causas y elementos que intervienen, lo que tienen en común estructuralmente es que la sintomatología principal gira alrededor de la alimentación.
Afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes, aunque pueden cronificar hasta etapas muy adultas; actualmente va aumentando el número de varones que presentan esta problemática. El diagnóstico más frecuente durante la adolescencia es el de trastorno de la conducta alimentaria no especificado, seguido por el de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. Las clasificaciones creadas han suscitado problemas porque en muchas ocasiones se solapan síntomas o es difícil encuadrar en un solo trastorno.
Los rasgos básicos de estos trastornos son: preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal.
Concretamente la anorexia nerviosa se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores mínimos normales. La bulimia nerviosa se caracteriza por episodios recurrentes de voracidad seguidos por conductas compensatorias inapropiadas como el vómito provocado, el abuso de fármacos laxantes y diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo. Una característica esencial de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa es la alteración de la percepción de la forma y el peso corporales.
Aunque la obesidad simple está incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) como una enfermedad médica y no como un trastorno psicológico, existen estudios que hablan de que los factores psicológicos desempeñan un papel importante en la etiología y/o en el curso de muchos casos de obesidad. Los alimentos juegan un papel predominante en nuestro desarrollo infantil respecto a vínculos de apego, seguridad, protección y está comprobado que son un potente ansiolítico, por lo que pueden ser utilizados en situaciones de carencias afectivas, estrés, angustia, etc.
Psicológicamente estamos hablando de cuadros sintomatológicos severos, porque está en juego la salud y la vida de la persona. En estos casos, la intervención familiar produce elevadas tasas de éxito, así como en otros trastornos de tipo grave como la esquizofrenia y otras psicosis.
Estas categorías para organizar la información son de carácter meramente descriptivo y ayudan a la comunicación, pero pueden actuar como etiquetas. No tengo ninguna duda respecto a que las personas actuamos y desarrollamos sintomatología porque tenemos una razón para ello, por lo tanto, mi forma de trabajo considerará siempre las particularidades de la historia de vida de cada individuo, familia o pareja, con el objetivo de comprender qué sentido tienen, y sólo desde ahí poder resolver.
Colegiado nº M-20961
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Bárbara Bravo es una psicóloga licenciada con más de 20 años de experiencia en el tratamiento de trastornos emocionales y mentales. Desde su consulta en Collado Villalba, se especializa en terapias individuales, de pareja y familiares, ofreciendo un enfoque personalizado y cercano para ayudarte a superar cualquier reto emocional.
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