Definición

La empatía es definida según la RAE (Real Academia Española) como la identificación mental y afectiva de una persona con  el estado de ánimo de otra. He considerado importante escribir sobre ella, porque me he encontrado personas en terapia psicológica que han desarrollado miedo a la misma, algo así como “perderse a sí mismos cuando sienten empatía hacia los demás”.

Ponerme en la piel del otro

Popularmente se utiliza el dicho “ponerse en la piel del otro”. Este término, si bien es muy ilustrativo como ocurre con las imágenes que siempre proporcionan más información, puede dar lugar a equívocos. Es decir: si me pongo en la piel del otro… ¿Dónde dejo mi propia piel? ¿Me despellejo en el proceso? Esta imagen puede ser también muy potente. Siguiendo esta línea de argumentación, podría ser más apropiado otro dicho tradicional, “ponerse sus zapatos” pues de esta forma, no nos despojamos de nada nuestro, y sentiremos, en nuestros propios pies, cómo es caminar con su calzado, el dolor que ocasiona, la incomodidad, u otros factores, para luego volver a ponernos nuestros propios zapatos, o intentar cambiarlos, quién sabe, pero siempre desde nosotros.Empatía

La empatía es el proceso por el que intentamos aproximarnos lo máximo posible a lo que el otro puede estar sintiendo, pensando, actuando, viviendo. Es un intento en sentido amplio de comprensión de la otredad, y que está exento de juicio u otras valoraciones, pues con estas, nos alejaríamos de la neutralidad, y por lo tanto de la vivencia del otro.

Riesgos del exceso de empatía

Hay personas que están tan sumamente entrenadas en sentir la vivencia del otro, que difícilmente pueden distinguirse a sí mismos de los demás; el contacto íntimo para ellos conlleva una fusión, una difuminación de límites; literalmente se ponen en la piel del otro. No olvidemos que la piel, es nuestro órgano más grande y el que pone los límites a nuestro cuerpo. Para el que recibe esta «empatía» tan masiva, tampoco es plato de gusto. De pronto alguien se pone tu piel, siente tus emociones, piensa tus cogniciones, e incluso puede llegar a decirte lo que es pertinente hacer, asumir responsabilidades ajenas, etc… es una situación igualmente insoportable porque roza la invasión, de alguna manera te despoja de la responsabilidad de tu vida, y de tu existencia.

Incapacidad para la empatía

Por el contrario, existen personas que rara vez pueden soltar su propio estado de ánimo para sentir lo que puede estar viviendo el otro. Una relación estrecha con personas que son incapaces de desarrollar empatía produce bastante sufrimiento, frialdad, alejamiento, una anulación de la relación, del nosotros, y si me apuras, de la existencia del otro, pues sólo existe lo que él siente, su propia empatía consigo mismo, así de absurdo. Como veíamos cuando analizábamos los rasgos narcisistas, una de sus características en la incapacidad para desarrollar empatía, son estructuras de personalidad que presentan casi imposibilidad para identificarse íntimamente con el otro.

La justa medida

El truco de la empatía es encontrar la justa medida. Es decir, puedo sentirme identificada con lo que siente el otro sin perder mi propia emocionalidad; que dicho sea de paso, no tiene por qué ser la misma, puede ser que yo esté en un momento de alegría y vitalidad acompañado de sucesos positivos a mi alrededor y a mi mejor amigo le diagnostiquen una enfermedad horrible, en este caso, ¿con qué piel me visto?

Podríamos decir que una de las primeras empatías que hemos recibido es la que desarrolló nuestra madre con nosotros, y es cierto que tener esta capacidad a edades tempranas donde la dependencia del otro es total, es una estrategia de supervivencia. En próximos artículos profundizaremos sobre las características de la empatía durante la maternidad, y sus consecuencias en la construcción del apego y la personalidad.

Psicólogo Collado Villalba

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