A lo largo de nuestra vida adulta, nos preguntaremos cientos de veces por qué nos relacionamos de determinada manera, por qué encontramos una dificultad particular en el vínculo, por qué no conseguimos hacer tal cosa, por qué siempre buscamos tal otra… Estos acontecimientos además, ocurre que se repiten al infinito.

ApegoOrígenes del vínculo

Me parece fundamental buscar los orígenes de esta situación. Es a través del vínculo sostenido con la madre, o con otras figuras vitales, como puede ser el padre, que aprendemos a relacionarnos con el otro. A partir de estas relaciones, se estructurarán características de nuestra personalidad y de nuestra forma de salir al mundo a vincularnos con el otro.

Teoría del apego

La teoría del apego propuesta por el psicoanalista J Bowlby, aunque es de mediados del siglo pasado, es una de las más consistentes y actuales en la materia. Es el resultado de analizar los tipos de vínculos que se crean y sus consecuencias, así como los efectos producidos por la ruptura del vínculo. El duelo es la consecuencia de la ruptura del vínculo a causa de la pérdida.

El primer vínculo y más persistente de todos es el que se establece entre madre e hijo, habitualmente. El mantenimiento de un vínculo se experimenta como una fuente de seguridad, al mantener el contacto con los cuidadores y reducir los riesgos de daño. La teoría del apego refleja que el comportamiento de apego es una estrategia evolutiva de supervivencia para proteger al bebé. Si el vínculo se experimenta como fuente de seguridad, y la renovación del vínculo como generadora de alegría, se deriva que la amenaza de pérdida provoca ansiedad y la pérdida efectiva, pena. Ambas situaciones pueden provocar ira.

Tipos de apego

Bowlby detectó los siguientes tipos de apego relacionados con características de los padres.

  • Apego seguro: Se trata de padres seguros o autónomos que muestran coherencia y equilibrio en su valoración de las experiencias infantiles, tanto si son positivas como si son negativas. Ni idealizan a sus padres ni recuerdan el pasado con ira. Sus explicaciones son coherentes y creíbles. Suelen mostrarse sensibles y afectuosos en sus relaciones con sus hijos y ante las señales del bebé demuestran cariño, cuidado, protección y disponibilidad, lo que permite que desarrolle un concepto de sí mismo positivo, y un sentimiento de confianza. Esto mismo se trasladará al plano de las relaciones interpersonales cuando sea adulto el bebé.
  • Apego inseguro ambivalente: Se trata de padres preocupados. Expresan mucha emoción al recordar sus experiencias infantiles, expresando frecuentemente ira hacia sus padres. Parecen agobiados y confundidos acerca de la relación con sus padres, mostrando muchas incoherencias y siendo incapaces de ofrecer una imagen consistente y sin contradicciones. Estos padres se muestran preocupados por su competencia social. En su relación con sus hijos muestran unas interacciones confusas y caóticas, e interfieren frecuentemente en la conducta exploratoria del niño. La disponibilidad de los adultos se circunscribe a ciertas ocasiones debido a las frágiles habilidades emocionales e inestabilidad anímica. Esto incide en mayor ansiedad por separación y temor a la exploración del mundo en el bebé. No establecen confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores. Aparece un fuerte deseo de intimidad al tiempo que mucha inseguridad respecto a los demás.
  • Apego inseguro evitativo: Estos padres quitan importancia a sus relaciones infantiles de apego y tienden a idealizar a sus padres, sin ser capaces de recordar experiencias concretas. Lo poco que recuerdan lo hacen de una forma muy fría e intelectual, con poca emoción. El comportamiento de estos padres con sus hijos suele ser frío e incluso pueden rechazar al bebé.
  • Apego desorganizado desorientado: Se trata de padres “no resueltos”, sujetos que presentan características de los tres grupos anteriores y que muestran lapsus significativos, desorientación y confusión en sus procesos de razonamiento a la hora de interpretar distintas experiencias de pérdidas y traumas. Tienen ante las señales del niño respuestas desproporcionadas y/o inadecuadas, incluso en su desesperación, al no poder calmar al niño, el cuidador entra en procesos de disociación. Estos son los niños que muestran la mayor inseguridad.

Esta teoría puede funcionar como unas gafas que permiten la comprensión de las relaciones interpersonales según construimos el apego en etapas infantiles; en ningún caso es un manual cerrado y categórico.

Estas categorías para organizar la información son de carácter meramente descriptivo y ayudan a la comunicación, pero pueden actuar como etiquetas. No tengo ninguna duda respecto a que las personas actuamos y desarrollamos sintomatología porque tenemos una razón para ello, por lo tanto, mi forma de trabajo considerará siempre las particularidades de la historia de vida de cada individuo, familia o pareja, con el objetivo de comprender qué sentido tienen, y sólo desde ahí poder resolver.

Psicólogo Collado Villalba – Psicólogo Madrid Avenida de América

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