Casi todos podemos identificar sonidos que nos resultan desagradables, pero hay personas que realmente confrontan un problema cuando son expuestos a ruidos como el mascar de un chicle, respiraciones profundas, comerse  una manzana, una zanahoria o algún alimento crujiente, el clásico chascar de dedos y un largo listado.

Estamos hablando sobre la misofonía, cuya definición es “sensibilidad selectiva al sonido; falta de tolerancia a los sonidos cotidianos producidos por el cuerpo de otras personas, como comer, sorber, toser, masticar, o también por sonidos producidos al utilizar ciertos objetos”.

Los síntomas pueden ser tan severos que claramente nos hablan de un sufrimiento subyacente. Pueden llegar al grado de aislarse socialmente, pueden no soportar comer con otras personas, ni dormir, incluso ni acudir al trabajo. Desarrollan conductas de evitación, que van agravando el problema.

Misofonía

El debate se sitúa en la clasificación de este problema, que va desde una perspectiva neurológica, preferencias auditivas o trastorno psiquiátrico. La realidad es que no está contemplado actualmente en manuales diagnósticos como el DSM-5 (trastornos psicológicos) o el ICD-10 (enfermedades médicas).

Además, no es frecuente el diagnóstico, aunque es relativamente frecuente sufrirla (aunque no sea con alta intensidad). Es muy importante saber que quienes sufren de este problema pueden experimentar grandes sentimientos de rabia o frustración, ante determinados ruidos, lo que desde una perspectiva psicológica da pistas respecto a la terapia e intervención a utilizar, pues sonidos aparentemente neutros son asociados a la ira. Es un proceso de condicionamiento que debe ser resuelto a través de descondicionamiento y por supuesto investigación del momento en que se origina el problema, con qué personas y las consecuencias que tiene en nuestras vidas.

Es esencial considerar qué otros factores entran en juego en este problema, por ejemplo existen autores que manejan que la necesidad de control está presente en la misofonía, porque además del rechazo auditivo, existe un rechazo a nivel moral respecto a la forma correcta de hacer las cosas (por ejemplo, comer despacio, sin ruido y con la boca cerrada es lo adecuado). Generalmente las personas que padecen este problema, tienen rasgos de personalidad un poco rígida y compulsiva, con fuertes condicionamientos morales.

Estas categorías para organizar la información son de carácter meramente descriptivo y ayudan a la comunicación, pero pueden actuar como etiquetas. No tengo ninguna duda respecto a que las personas actuamos y desarrollamos sintomatología porque tenemos una razón para ello, por lo tanto, mi forma de trabajo considerará siempre las particularidades de la historia de vida de cada individuo, familia o pareja, con el objetivo de comprender qué sentido tienen, y sólo desde ahí poder resolver.

Psicólogo Collado Villalba – Psicólogo Madrid Avenida de América

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