Donde hay vacio…
Me dolió mucho lo que dijo, no sabría explicarlo. Podría ser desconcierto, este tipo de información que no te esperas y que produce un temblor del suelo… del que se sucede el derrumbamiento de mis piernas cansadas y extenuadas de soportar el peso de una relación debilitada.
Caída
Una caída, que produce hematomas a borbotones en mi cuerpo, que duelen incluso sin tocarlos, y que convive con un dolor que es intangible, que no puedo localizar corporalmente, y que me deja sin fuerzas y sin dirección.
Rabia
Sin embargo mis brazos, mis manos, siguen tensas y con fuerza. Se alimentan de rabia. De ganas de golpear, quizá golpearla, pero eso me lo niego y censuro; yo la amo, es la persona más importante en mi vida. Rabia, que a modo de descargas eléctricas recorre mi cuerpo y me permite asumir el día a día laboral, la ducha y las labores domésticas, vestirme, sin más, porque la belleza se escapó tiempo ha de mis competencias.
Congelación
Sin posibilidad de admitir la sacudida, sin posibilidad de sacudir al mismo tiempo, me congelé en el tiempo. Pasaron dos semanas sin poder mirarla a los ojos, sin poder pronunciar ninguna palabra que hablara de mí, de mi tormenta interior. A duras penas podía comunicarle la urgencia de transferir dinero para la luz, o que le había llamado su madre…
Mientras tanto, ella, sumida en el vacío, se sentía profundamente golpeada y castigada. Desconocía el motivo y los detalles, sólo convivía con una mujer hermética, amurallada, que no confluía con sus deseos, con sus necesidades, con sus emociones. No volvería a someterse a sus desdenes, esta vez no. No acudiría al salvamento de la mujer oscura, manipuladora. Siempre había sido así, una mujer tras otra, siempre las mismas estrategias, siempre los mismos silencios, siempre recibiendo un castigo injusto. No existían razones para este comportamiento. No hay justificación. Como protección, también su muralla. Su silencio, su distanciamiento.
Murallas
Las dos murallas construyeron una ciudad dividida, compuesta por dos pequeños reductos dirigidos por dos implacables reinas. Donde coexisten dos mundos que han vivido historias diferentes. Como por arte de magia, el momento de colisión original fue olvidado, ese momento de desencuentro real, donde se relacionaron y por ende existió la posibilidad de daños. Lo que no se ha olvidado, lo que crece y se alimenta, ha sido todo lo gestado al interior de las murallas, de los dos pequeños reinos gobernados por las dos pequeñas soberanas.
Imposibilidad de encuentro
Así, como los historiadores interpretan la historia, construyéndola en base a los datos a los que tienen acceso, a sus valores, sus esquemas mentales, tal y como, describiendo, por ejemplo, el primer Imperio Francés, Napoleón Bonaparte tendrá caras distintas según el que cuente el cuento…
Psicólogo Collado Villalba – Psicólogo Madrid Avenida de América