En este artículo voy a explicar sucintamente en qué consiste el perdón radical, proceso del que he oído hablar mucho. No lo incorporo a la intervención psicológica tal y como ellos lo presentan, pero como iremos viendo existen aportaciones interesantes que podrían facilitar o complementar algunos momentos de la terapia psicológica.

La terapia del perdón radical es más un proceso de educación. El terapeuta interviene ya menos desde el deseo de arreglar a la persona que desde el de ilustrarla. Es una filosofía espiritual con aplicaciones prácticas en la vida de las personas por comunicarles una perspectiva espiritual aplicable, a modo de autoayuda, ante cualquier problema o situación.

La diferencia del perdón radical con el tradicional es que parte de la base de que nada malo ocurrió por lo tanto no hay nada que perdonar, el perdón tradicional sí piensa que algo malo ocurrió, es necesario perdonar y hay conciencia de víctima. En el perdón radical la voluntad de perdonar está presente, pero no la necesidad de condenar y por lo tanto se puede desprender de la conciencia de víctima y todo cambia.

El perdón radical ayuda a cambiar de punto de vista y elegir nuevas opciones basadas en la comprensión de otro tipo de sentidos vitales. Uno de los puntos más potentes desde mi punto de vista en esta “terapia” es soltar el sentimiento de víctima, esto es la clave para el cambio, la salud y el surgimiento del poder personal.

El perdón radical tiene sus raíces en la realidad metafísica del mundo espiritual al que llaman el mundo de la verdad divina, esto predetermina unas lentes de interpretación de la realidad completamente diferentes. Como lo que está en juego es nuestra evolución espiritual, se interpreta el daño recibido como la oportunidad para aprender las lecciones que necesitamos para nuestro desarrollo, así, la persona que nos hace daño, lo que nos está haciendo es ayudarnos y poniéndonos delante un asunto que tenemos pendiente de aprender y de incorporar para nuestro camino trascendente.

Parte de una concepción de que el mundo es perfecto y que nos traerá los daños y los desafíos que necesitamos para crecer desde un plano espiritual. Todo está bien.

Este giro es muy interesante. Yo al no tener pruebas ni fe en este tipo de concepción del mundo espiritual, no puedo incorporar esta creencia en mi trabajo, pero sí considero que posiciona en una situación radicalmente opuesta, pues ya no estaríamos llenos de odio y rencor, si no que llegaríamos a agradecer al agresor su intervención en nuestras vidas pues viene a ayudarnos en nuestro proceso evolutivo.

Donde el perdón radical me parece sumamente complicado aplicar, es en casos de agresiones muy graves, por ejemplo masacres, violaciones, torturas. Considero que sí existe la mala intención y que hay personas que dirigidas a la consecución de sus intereses (de cualquier índole) pueden cometer salvajadas. Considero, que existen víctimas, contundentemente.

En todo caso, la terapia del perdón radical podría aplicarse después de una buena terapia donde se permita durante mucho tiempo el desahogo, la canalización de la rabia, de la frustración, de la impotencia, de la injusticia, y poco a poco se vaya reconstruyendo la identidad de la persona. Sólo en último término, podría incluirse este nuevo ángulo, como complemento al trabajo individual y al desarrollo, como oportunidad para aprender algo más sobre nosotros, a veces incluso aprender desde la barbarie a la que fuimos sometidos.

Psicóloga Collado Villaba – Psicóloga Madrid Barrio de Salamanca

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